VILLA CARLOS PAZ- Con una temporada que arrancó con mucho de todo: mucha expectativa, muchas consultas, mucha incertidumbre a la hora de trabajar en medio de la pandemia, mucho protocolo, mucha sequía en el San Roque, mucha futurología sobre el comportamiento del consumidor; el saldo que arroja el balance finalizando febrero- sin ser negativo- difiere mucho de lo esperado al comienzo de la misma.
La ciudad gozó durante la primera quincena de enero de una inusual calma turística, las pocas luces de las marquesinas, el casi silencio de la noche y la tranquilidad de la peatonal desencantaban poco a poco los sueños del comercio y de toda la actividad turística.
A la noticia de cierre de hoteles, la falta de boliches y las desbaratadas “fiestas clandestinas”, se sumaba la incertidumbre de un posible cierre y mayores restricciones. Esto, indudablemente, provocó una retracción de la demanda y reservas de las plazas. En general, los “miedos y dudas” de los turistas giraban en torno a la posibilidad de quedar sitiados en la ciudad teniendo que costear una estadía sin fecha de finalización.
No obstante, llegaron los aquietantes anuncios de gobernador de la provincia y cambio radicalmente el ánimo de los interesados. De este modo, se logró que en general en la temporada de verano el porcentaje promedio de ocupación de los inmuebles (departamentos céntricos con cochera y amenities) fuera de un 60%.
Desde la inmobiliaria DANIEL CHAVES queremos compartirles nuestro análisis estadístico acerca de los porcentajes de alquiler turístico elaborado en base a una muestra de departamentos de uno y dos dormitorios con cochera, ubicados en el radio de la peatonal con amenities, preparados para 4/6 personas y con un promedio de precios de $900 a $1100 por persona el valor de la noche.
Promediando la primera quincena de enero el porcentaje alcanzo un 40% de ocupación con una rotación en la pernoctación repartida a la mitad entre estadías de menos de 5 noches y de más de 5 noches.
El escenario cambio hacia el fin de semana del 15 de enero y se mantuvo hasta la primera quincena de febrero llegando a niveles de ocupación de un 80% y un 70% entre la segunda quincena de enero y la primera de febrero a pesar de un clima lluvioso que no acompañó al calor del verano; pero que completo el espejo de agua del San Roque.
Sin lugar a dudas el carnaval lo fue en todo sentido, plazas ocupadas al 100%, consumo en los restaurantes, caravanas de autos, en fin… un fin de semana para cerrar una temporada que en promedio arroja un 60% de ocupación en alojamientos dentro de la tipología de departamentos; una opción que se eligió en plena pandemia por su ubicación, comodidad, seguridad y el costo accesible para una familia tipo. Con protocolos, barbijos, alcohol en gel, voluntad y buena predisposición se pudo desarrollar una temporada nueva en su forma, desconocida en precisión del consumo, diferente en la modalidad, pero básicamente adaptada a la nueva normalidad que seguramente dejará instalados procedimientos por mucho tiempo.
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